Avance tecnológico y humanitario
Una máquina que convierte desechos orgánicos en agua potable, solución para países subdesarrollados, ¿también para los demás?
Instalaciones de OmniProcessor. Fuente: http://www.janickibioenergy.com/
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Mª Lorena Cerdeña Salamanca
En las Islas Canarias
hay una demanda importante de agua potable que supera la cantidad disponible. Ese
déficit obliga a utilizar fuentes alternativas para garantizar el
abastecimiento de la población. La desalación de agua de mar, la depuración de
aguas residuales y el tratamiento de aguas subterráneas son los métodos utilizados
en el Archipiélago, y el agua obtenida se destina a consumo humano y a riego.
El consejero de
Agricultura, Ganadería, Pesca y Aguas del Gobierno regional, Juan Ramón
Hernández acudió el 3 de mayo de este año ante el pleno del Parlamento Canario para
informar sobre la desalación realizada en Canarias desde hace más de 30 años.
Anunciaba que la desalación ayuda a las Islas con mayor escasez como Lanzarote
y Fuerteventura, que representa el 100% de agua obtenida por desalación.
Además, señaló que el apoyo de las diferentes administraciones públicas y de la
iniciativa privada, ha supuesto un aumento de plantas desaladoras en el
Archipiélago, hay un total de 319 de desaladoras con una capacidad de
producción de agua potable superior a
los 660.000 litros al día.
Pero el uso de estos
recursos tiene consecuencias medioambientales. Algunas de ellas son la
intrusión marina en muchos pozos del litoral, provocando la salinización de
aguas, la reducción de los acuíferos por sobreexplotación y la contaminación de
las aguas subterráneas por los seres humanos o por la naturaleza de los materiales
volcánicos.
Recientemente se ha
creado una máquina que convierte desechos orgánicos en agua potable. El nombre
es OmniProcessor y convierte 100 toneladas de desechos orgánicos al día en
80.000 litros de agua potable. Esto es posible gracias a Bill y Melinda Gates,
que a través de su Fundación encargaron a Peter Janicki a construirla para
ayudar a regiones, como África, con insuficiencia de agua limpia.
El funcionamiento de
la máquina consiste en hervir los lodos que se recogen, transformándola en vapor
de agua y luego en agua líquida; luego se depura mediante filtros sucesivos. Al
hervir los desechos se produce vapor de agua en un ciclo cerrado. Además, no
consume energía, puesto que los gases que se obtienen son los que utilizados para
lograr la ebullición de los desechos orgánicos.
Juan Manuel Rodríguez
Sevilla, uno de los miembros del grupo de investigación de “Tratamiento y
reutilización de aguas” de la Universidad de La Laguna (ULL) y profesor en la Facultad
de Ciencias (Química) explica que es un proceso simple porque todos los
elementos de la máquina existen. Lo novedoso, señala, es que esas partes se
integren y funcionen con el fin descrito. A la pregunta de si el agua resultante
es totalmente limpia, J. M. Rodríguez afirma que "hay procesos para
filtrar el agua para que al final sea potable. Al hervir siempre se arrastra
algo de lo que se está hirviendo, por lo que hay que depurarla a través de
filtros cada vez más pequeños para ir eliminando bacterias y virus".
Rodríguez opina que
el OmniProcessor puede funcionar. “Hay que montarla en un emplazamiento en el
que opere durante años para comprobar si efectivamente se cumple lo que el
fabricante dice”. También comenta que si se pusiera esta máquina en el Archipiélago
Canario habría que verificar si su producción es suficiente como para compensar
su compra frente al gasto de recoger los lodos necesarios, llevarlos la
depuradora y tratarlos conjuntamente con todos los residuos que se recogen en
el sistema de alcantarillado.
La máquina no solo
convierte los desechos en agua potable, sino que también genera electricidad y
utiliza los desechos -las cenizas libres de patógenos- como fertilizante. La
ventaja de este sistema es que su autonomía, haciéndolo adecuado para lugares
sin sistema de alcantarillado ni plantas de tratamiento de aguas
residuales.
Rodríguez explica que
la desventaja de usar esta máquina en los países desarrollados es el económico.
Regiones del planeta, como África, pueden recibir ayudas de fundaciones, pero
en un país como el nuestro “requeriría evaluar la posibilidad, porque cuesta
mucho montar desaladoras de agua de mar y depuradoras. La cuestión es comprobar
si compensa”. La fabricación de esa máquina asciende al millón y medio de
dólares; si bien se desconoce si es el coste real o subvencionado”.
La
solución de la duda referida a si OmniProcessor podría o no ser una solución
para Canarias, sustituyendo las utilizadas actualmente y evitando así sus daños
medioambientales, está en el estudio de su rentabilidad económica.
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