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Los estudios feministas renuevan la investigación académica sobre movimientos migratorios

miércoles, 1 de junio de 2016


  • La perspectiva de género está permitiendo entender la situación de la mujer inmigrante 

Por Cristina Jerez Jiménez | San Cristóbal de La Laguna


Mujer subsahariana inmigrante en Marruecos, esperando cruzar a Europa. / Foto: Maria Darii. 

Los movimientos migratorios forman parte de nuestra historia. En Canarias, el hambre y la penuria provocó que muchos emigraran a Cuba a principios del siglo pasado. Hoy, muchos jóvenes estudiantes emigran bajo el eufemismo de movilidad exterior. Pero también  hemos recibido inmigración. Muchas mujeres latinoamericanas llegan a España para cubrir puestos como empleadas del hogar en las décadas de los 80 y los 90. Mientas que en Canarias, el 28 de agosto de 1994 llega la primera patera, de las muchas que vendrían después,  provocando "la crisis de los cayucos". Hombres y mujeres, de distintos lugares del mundo, que emigran buscando algo mejor. Mujeres y hombres, ambos inmigrantes pero, ¿iguales?.

Como fenómeno, las migraciones se han estudiado desde múltiples perspectivas. Sin embargo, solo desde hace unos años ha comenzado a analizarse teniendo en cuenta un factor imprescindible: el género. Hombres y mujeres no emigran en condiciones de igualdad. Así lo demuestran algunas de las investigaciones de académicas como María José Guerra Palmero, Doctora de Filosofía Moral de La Universidad de La Laguna (ULL) o Esther Torrado Palomino, Doctora en Sociología en la ULL. Ambas son miembro del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer de La Laguna, donde desarrollan parte de su labor investigadora. También participan en el proyecto I+D+I “Justicia, ciudadanía y vulnerabilidad. Narrativas de la precariedad y enfoques interseccionales”del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España. Se trata además, de la continuación de uno anterior de temática similar. 


Una de las actividades del proyecto investigador en el que participan Esther Torrado y Mª. José Guerra/ Foto: Programa del IUEM

Inmigración africana

El estudio de las migraciones desde una perspectiva de género nos muestra una información hasta hace poco tiempo desconocida. Para Esther Torrado, la inmigración puede ser un indicador del patriarcado, es decir, del mayor nivel de poder que tienen los hombres respecto a las mujeres en las sociedades de origen. "Por ejemplo, en las migraciones irregulares de África a España, un indicador de la implantación de patriarcado es la tasa tan baja de migración de las mujeres" nos cuenta Torrado. Las causas de emigración en África son múltiples y extremas: pobreza, persecuciones étnicas, políticas o religiosas,… Sin embargo, como afirma Torrado "Los elegidos para migrar son ellos; las migraciones de mujeres en algunas culturas, están mal vistas".  Por ello, que sean pocas las que emigran, se traduce en que tienen una falta de autonomía en sus sociedades de origen.

Aunque son pocas, las mujeres africanas emigran. Las teorías clásicas sobre migraciones se basan en la reagrupación familiar para explicar la emigración femenina. "Pero eso se debe a que no tienen en cuenta el género" afirma Esther, "las pocas mujeres africanas que migran, una parte son tratadas, víctimas de tráfico humano, y las otras huyen. Algunas de ellas [huyen] de las normas patriarcales, se trata de un proyecto liberalizador".  En cualquier caso, como nos cuenta Esther, las causas más común son la trata y la huida, ya sea por persecuciones étnicas, políticas, religiosas o por motivos económico.

Torrado ha entrevistado a muchas mujeres en sus investigaciones. Nos cuenta que muchas de ellas salen de sus países para evitar matrimonios concertados o la ablación (amputación de los genitales femeninos). Son mujeres rebeldes y transgresoras. Sin embargo, la discriminación no se para cuando salen de sus lugares de origen. En el tránsito deben soportar "desde la amenaza de violencia sexual, que a veces se entiende como un peaje que hay que pagar, hasta poder ser reclutada para la trata de explotación sexual o laboral" afirma María José Guerra. Como explica Esther Torrado "es un proyecto liberador, ellas lo plantean como tal. Otra cosa es que se convierta en una pesadilla". 

Esther Torrado Palomino ha creado el término "castigos de género" para referirse a "situaciones de violencia que tiene como objeto someterlas, domarlas". Las mujeres que deciden emigrar solas son "castigadas" por los hombres que las rodean, al percibir su viaje como una amenaza a las normas patriarcales. Además, las mujeres son minorías y no perciben solidaridad de grupo, siendo muchas veces violadas por sus propios compañeros de viaje. Para Esther Torrado, "una de los mayores factores de vulnerabilidad en las migraciones es ser mujer". 

Las situaciones de precariedad no acaban a la llegada. Como explica Guerra "el estatus de migrantes indocumentadas supone una vulnerabilidad enorme. Todo el sistema utiliza esa vulnerabilidad para la sobreexplotación. Con lo cual hay mucha hipocresía en los discursos sobre las migraciones, porque hay una demanda real de trabajadores migrantes."

Otros modelos migratorios

Para María José Guerra, las investigaciones de migraciones con perspectiva de género desde la filosofía moral, suponen, entre otras cosas, "enfocar las políticas migratorias bajo el paradigma de los derechos humanos. Es fundamental toda una serie de conceptos que tienen que ver con el respeto a la dignidad humana, el universalismo moral o el cuestionamiento mismo del concepto de frontera". Además, para Guerra, "las investigaciones hacen diagnósticos. Pone de manifiesto cuestiones que están opacadas, invisibilizada o enmascaradas".

Una de esas cuestiones invisibilizadas, que María José Guerra pone de relieve, son las cadenas globales de cuidado, otra problemática relacionada con las migraciones femeninas. Estas cadenas, como nos explica Guerra, consisten en la inmigración de mujeres procedentes de diversos países, que encuentran un nicho laboral en las tareas muy feminizadas del cuidado o del trabajo doméstico. Además, como nos señala, "supone una reestructuración de las desigualdades ligadas a la procedencia, al estatus migratorio, al género y a la clase social." De esta manera, en las sociedades occidentales no existe reparto igualitario de tarea, puesto que son mujeres, esta vez inmigrantes, quienes las realizan. 

Para evitar estos nuevos modelos de discriminación de la mujer a nivel global, Guerra propone trabajar a todos los niveles y de manera interconectada: local, transnacional (en nuestro caso, lo europeo) y global. "Tenemos que tratar de implementar una agenda transnacional de derechos humanos, a todos los niveles: luchando contra la violencia y todo tipo de desigualdades, planteando derechos sexuales y reproductivos", asegura Guerra. 


Las migraciones forman parte de nuestra historia. Emigramos a Cuba. Hemos recibido inmigrantes subsaharianos y sudamericanos. Los movimientos migratorios forman parte de la historia de las mujeres de todo el mundo. Un capítulo negro para nosotras. Quizás, siguiendo las líneas académicas habría que aplicar políticas sociales. Quizás deberíamos que dejar de escribir páginas oscuras.