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FabLab ULL: conocimiento compartido

miércoles, 1 de junio de 2016


  • En el Laboratorio de Fabricación Digital (FabLab) de la Universidad de La Laguna ingenieros, artistas y personal de mantenimiento comparten ideas para aprender unos de otros



Por Laura Hernández | San Cristóbal de La Laguna 

Las nuevas tecnologías han cambiado nuestra forma de comunicarnos, de desplazarnos e, incluso, de pensar. Es la era 2.0. Sin embargo, cuando hablamos de arte existe ese tópico a su alrededor de que el artista tiene que ser un artesano, un gran habilidoso con las manos que acabe lleno de pintura o barro en su taller. Y los sigue habiendo, pero la tecnología más avanzada ha llegado al arte para ofrecer un nuevo mundo lleno de posibilidades. 

En la Universidad de La Laguna (ULL) encontramos un espacio en el que el arte y las tecnologías más avanzadas se unen para cambiar la manera de hacer las cosas: el Laboratorio de Fabricación Digital (FabLab) ULL. FabLab no es un concepto nuevo, estos espacios surgieron a principios de los años 2000 en el MIT (Massachussets Institute of Technology) con unos talleres de verano que pretendían empoderar a las personas para que se convirtieran en diseñadores y creadores capaces de fabricar lo que quisieran. A la ULL llega hace apenas dos años con la iniciativa de profesores como Drago Díaz Alemán, doctor en Bellas Artes por la ULL y responsable de este servicio, y Jorge de la Torre Cantero, doctor en Ingeniería por la Universidad Politécnica de Valencia. 

Todos buscaban un espacio horizontal en el que compartir conocimientos de áreas tan diferentes, y el nuevo edificio de Bellas Artes supuso la oportunidad perfecta de encontrar su espacio en la universidad. Para ello se establecieron como SEGAI (Servicio General de Apoyo a la Investigación) y sirven de ayuda tanto a miembros de la universidad como a empresas privadas. Una idea que nace desde abajo y que, a través de distintos proyectos de investigación en convocatorias nacionales competitivas y proyectos de innovación docente, poco a poco va consiguiendo la financiación para crecer y afianzarse en la comunidad universitaria. 

Drago Díaz nos define el FabLab como “un espacio de intercambio transversal donde cabe mucha gente cuyo nexo es el interés por las herramientas de diseño y fabricación digital”. Ahora mismo está formado por colaboradores de arte, ingeniería y ciencias “puras” con dos grandes objetivos: la innovación educativa y divulgación científica y la formación. 


Algunas de las piezas creadas en el FabLab ULL | Foto: Laura Hernández 

El trabajo que se realiza en el FabLab de innovación educativa consiste en crear materiales derivados del modelado y la impresión 3D que puedan ser utilizados por los profesores para impartir sus materias. Con el asesoramiento de expertos en parasitología o inmunología, entre otros, han creado animaciones y modelos físicos en 3D con una altísima rigurosidad científica. Un ejemplo es la animación 3D “La Célula: La unidad de vida”, que se puede encontrar en streaming en la página web del FabLab en español, inglés y francés. El propósito de este material es que profesores de cualquier parte del mundo puedan impartir sus clases con material de la ULL de manera gratuita, ya que uno de los aspectos más importantes de la filosofía FabLab es hacer un trabajo compartido. 

Otra de las labores de ayuda a la divulgación científica que aquí se realiza está relacionada con el patrimonio fósil de Canarias. Jorge de la Torre nos cuenta que los expertos en paleontología realizan muchas actividades de divulgación en colegios, pero llevar fósiles únicos es muy arriesgado. Para evitar que estos se deterioren o se pierdan completamente, en el FabLab se ha escaneado todo el registro fósil de Canarias y fabricado modelos a través de la impresión 3D. Estos modelos pasaron después a un proceso de producción en serie para hacer unos kits con reproducciones de distintos fósiles, además de un material multimedia. 

El FabLab ULL ha asumido el compromiso de la formación o "alfabetización”, como le gusta llamarla a Jorge de la Torre. A través de la Fundación General de la Universidad de La Laguna (FGULL), imparten cursos low cost de modelado y fabricación digital con el objetivo de crear una masa de gente formada a la que luego poder convocar en proyectos interesantes. La mayoría de los asistentes (más de un centenar este año) son personas de la universidad o ajenas a ella que buscan ampliar su formación con contenidos que no se imparten en otro sitio, ni siquiera en las carreras. “Todos los FabLabs del mundo hacen formación, y nosotros que somos una universidad, con más motivo aún”, afirma Drago Díaz. 

Un FabLab que rebosa creatividad

A pesar de lo que pueda parecer, lo que define a un FabLab no son las máquinas con las que trabajan, sino la gente que lo forma, como nos explicaban Drago Díaz y Jorge de la Torre, “cada uno tiene su propia idiosincrasia, y toman la propia de la gente que está ocupándolos”. La mayoría se han creado en entornos técnicos, y el primero de España que nace en una facultad de Bellas Artes es el de la ULL. Esta condición aporta al FabLab ULL un carácter muy creativo y con mucho potecial, pero al ser tan joven, “si aporta algo diferente, aún está por verse”, según Díaz, “la creatividad es solo potencial, está en todas partes”. 


Drago Díaz y Jorge de la Torre en la puerta del FabLab ULL | Laura Hernández


Fuera de la universidad

Esta conjunción entre la tecnología más puntera y el arte no se da solo en ámbitos como FabLab ULL, artistas de todo el mundo han cambiado el pincel por el ratón y se han introducido en un nuevo mundo lleno de posibilidades. 
Como ejemplo de esto tenemos a Kalei Bernaldo de Quirós y a Bárbara Mingrone, dos jóvenes artistas afincados en Madrid que han creado Personare, una performance en la que el público, en grupos de seis personas, se mete de lleno en la obra gracias a la utilización de teléfonos móviles. Una experiencia que, como comentaban estos dos artistas, “mezcla la rigidez y la frialdad de la tecnología con lo que trae cada uno, su cuerpo, su energía, que lo convierte en algo más orgánico”. 
Un caso más cercano es Richar Santana, un grancanario que combinó su afición por el graffiti con sus estudios de diseño gráfico cuando descubrió el mapping. Esta técnica convierte una pared plana o con elementos añadidos como palés, en una obra de arte en movimiento gracias a un sofisticado software. Una técnica cada vez más requerida en eventos y locales de fiesta que, al ritmo de la música, crea una experiencia totalmente diferente.